16 julio 2010

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07 julio 2010

04 julio 2010

Días, que días

“Tuyo, lo verdaderamente tuyo- solía decirme con frecuencia mi padre- es nada más lo que tienes de la piel para adentro. Todo lo demás va y viene, es de todos y de ninguno… La libertad, sí, ésa es la verdadera libertad y una maravillosa sensación ésta de sentirse uno vivo y saber que la vida es la única propiedad inalienable…”
Y acto seguido, decidí que debía huir de la cuidad y de todos sus artificios, de todas las distorsiones y sufrimientos que crea. ¡Al campo! A mirar los árboles: robles, abedules, mezquites o ébanos, no importa, siempre que no sean arboles achaparrados a fuerza de podarlos, plantados en hileras y agobiados por luces y piñatas panzonas… ¡árboles cómplices de los publicistas! Como sucede con los pinos para la navidad.
Aunque sabia que no era una decisión definitiva, me sentí mucho mas tranquila, casi optimista. Me acerque a la ventana y aspiré unas bocanadas de aire. Un momento después, abriendo la puerta de mi cuarto grite a todo pulmón:
Mamá ¡Me muero de hambre!!!
-Ya te oí. En este puño de casita se oyen hasta los pensamientos ¿Y para qué, entonces, hay que gritar?
Jeje me lave las manos y me senté a la mesa.
-¿Ya te lavaste las manos?
Estas palabras le salían tan automáticamente, que creo que no se daba cuenta de que había abierto la boca para hablar.
-Te has estado tirada más de una hora. Ya habías podido haber comido primero, porque lo que es ahorita, te vas a ir y con este calorón sin que siquiera te haya sentado la comida. Tu te vas a enfermar con esta vida que llevas, no tienes calma para nada; ni siquiera en las noches, que te la pasas hostigándote con esos librotes y llevando montones de hojas de papel ¡Que empeño Dios mío! Las noches son para dormir…
Y hasta que no termino su arenga, no empujo la puerta de la cocina y entro en ella. Yo casi nunca la interrumpía y esta vez no fue la ocasión.
Salí simulando cierta prisa y ya con más calma, baje las escaleras. Esta ocasión me dedique a mirar a la gente. Sentados sobre el césped del camellón, dos albañiles comían tortas y retozaban con las mujeres. Doblando por la esquina de frente, apareció de pronto un vendedor de “raspados”. Por encima del ruido de motores y cláxones, su voz perforó el pesado calor de la tarde. Así pase todo un rato observando a la gente como iban y venían. De repente vi la hora y supuse que era tiempo de marchar. No me dirigí ni mas ni menos que a visualizar papeles y más papeles, letras y letras; una joven me dirigió a mi asiento respectivo me senté y comencé la prueba, examen, examen de conocimientos, lo que sea que se llame a una computadora encendida con 200 preguntas que responder y con 3 horas de tiempo. Bahhh que fastidio.
1 hrs
2 hrs.
2:30hrs pasaron
Terminé…
Ahora Entrega el papel sucio lleno de rayones y con las tablas de multiplicar mal hechas, con algoritmos y sistemas binarios no entendidos nunca. Con sumas de 2 + 2 cosas así, porque cuando te hacen un examen hasta tu nombre se te olvida del nerviosismo, en fin…
Baje de nuevo las escaleras, respire hondo y camine despacio, abriendo pasos cortos y largos de la salida al jardín, largo- corto- corto- largo- corto-largo- largo… no se porque hago eso, tampoco porque me deslizo por los pasillos de Plaza mayor, es que el piso es muy lizo me gusta.
Cabe con casualidad y con obvia razón regrese a mi casa. Cerré suavemente la puerta del baño, abrí la llave del agua y me quede inmóvil bajo la regadera. El solo hecho de pensar en enjabonarme constituía un esfuerzo. El agua se precipitaba con violencia sobre mi cabeza, se amontonaba en mi cara y luchaba por introducirse en mis ojos. Ya la dejaba hacer sin moverme, sin parpadear siquiera. Cerré las manos, las abrí y deje que el agua resbalara por las palmas. Mirándolas pensé: porque discutir con mi padre por un examen que decide lo que será de mi vida, al cabo de un tiempo lo entenderá…
Paso y paso el tiempo, los días con sus horas completitas, sin un minuto de menos. Un día me senté en la cama y dije: “No aprobé”
Otro día, me dijo que mi negación y respuesta era incorrecta.

03 julio 2010

Zoe- Nada

NUESTRA INTIMIDAD

Soñamos juntos
juntos despertamos
el tiempo hace o deshace
mientras tanto
no le importan tu sueño
ni mi sueño
somos torpes
o demasiado cautos
pensamos que no cae
esa gaviota
creemos que es eterno
este conjuro
que la batalla es nuestra
o de ninguno
juntos vivimos
sucumbimos juntos
pero esa destrucción
es una broma
un detalle una ráfaga
un vestigio
un abrirse y cerrarse
el paraíso
ya nuestra intimidad
es tan inmensa
que la muerte la esconde
en su vacío
quiero que me relates
el duelo que te callas
por mi parte te ofrezco
mi última confianza
estás sola
estoy solo
pero a veces
puede la soledad
ser una llama.

Mario Benedetti